El Pousadela Village es un pueblo rural situado en las inmediaciones de Vieira do Minho.
Este proyecto comenzó a ser pensado en 2013 y, finalmente, en 2018 se muestra al río Cávado y al Parque Nacional de Gerês en particular y, en general, a amigos y clientes que llegan cada vez con más frecuencia.

Vienen para disfrutar de este espacio único que agrega dos instancias que suman 15 casas de turismo rural, desde T1 a T3, construidas en granito, siguiendo una línea contemporánea y decorada con trazos modernos, sin olvidar, sin embargo, las costumbres y tradiciones de la región.

Este emprendimiento de turismo de vivienda pone a disposición de sus clientes un restaurante caracterizado por la belleza de sus salas y por la minuciosidad con que elige platos típicos regionales de mayor destaque.

Aún dentro del espacio Pousadela Village, todos pueden disfrutar de un bar, el Spa, la piscina y un fabuloso mirador donde podemos vislumbrar el Albufeira del río Cávado, el Gerês en su imponencia y también la Serra da Cabreira.

Entre muchas historias que nacieron alrededor de esta tierra emblemática que es Vieira do Minho, la Leyenda de la Sierra de Cabreira y del Río Ave es quizás la más romántica y dócil de todas.

Reza la historia, que una pobre y bella pastora española llegó a la Sierra de Agra y encantando con los bellos paisajes se dejó por allí quedarse, con su rebaño de cabras, hasta que una mañana soleada se encontró con un grupo de cazadores que por allí pasaban.

Uno de ellos, de vestimenta distinguida, se encantó por la caballeriza y a pesar de la constreñimiento de su condición social, la muchacha cedió a sus encantos y a las promesas de amor eterno. Allí vivieron aquel amor, recogidos en aquel rincón paradisíaco… hasta un día… Un día el caballero tuvo que partir. Las obligaciones lo llamaban.

Desolada, la joven Cabreira, solo le preguntó quién era, ya que nada sabía de su príncipe encantado. El joven le respondió:

– Soy el hombre que te ama y a quien amas, pero te advierto que soy Conde de una aldea muy cercana. ¡Espérame!

Y la Caballera esperó, desesperó, languideció. Deseaba solo ser un pájaro para sobrevolar el mundo y volver a encontrar al Conde.

Solo le quedaron las lágrimas. Lloró. Lloró tanto que sus lágrimas crearon un caudal. El caudal se transformó en un río. El río corrió y bañó las tierras de aquel que la había abandonado: la Villa del Conde.

Los vieirenses, como románticos y justos que son, perpetuaron esta historia de amor y abandono, llamando a la sierra donde la pobre joven esperó, Serra da Cabreira y, sabiendo que ella quería ser ave y volar, bautizaron el Río de Vila do Conde como Río Ave.

Depende de nosotros ahora construir y alimentar historias de amor felices. ¿Quién sabe si no será usted el motivo de un nuevo bautismo?